“Antes no sabía a dónde pertenecía, pero ahora sé lo que significa tener una patria”.

Alex creció en el Líbano, un país marcado por la inestabilidad y el conflicto. Desde niño, enfrentó la adversidad: acoso y hostigamiento que le dejaron profundas cicatrices. Al crecer, encontró su voz como periodista. Escribir se convirtió en su pasión y se posicionó firmemente contra la injusticia y el abuso de poder en un país donde la libertad de expresión podía ser costosa.
El Líbano estaba sumido en el caos. La guerra civil y la situación en Oriente Medio hacían que la vida cotidiana fuera impredecible y peligrosa. La participación política y los artículos de Alex llevaron a su arresto.
Pasó dos años en prisión, los primeros seis meses en régimen de aislamiento. Fue una época de soledad y miedo. Con el paso de los meses, sintió que su estancia forjó una nueva persona. Un nuevo Alex. Un Alex más fuerte.
Tras su liberación, se le concedió asilo político en Noruega. Ya no era seguro para él permanecer en el Líbano. Este fue el comienzo de una nueva vida.
Finalmente, Alex sintió que podía hacer lo que quisiera, sin miedo a ser encarcelado. En Noruega, podía respirar, escribir y vivir libremente. Por primera vez, se sentía seguro. La policía, a la que antes temía, se convirtió en un símbolo de protección.
Alex trabajaba en comunicaciones y como periodista independiente cuando llegó a Noruega. Pero debido a una reducción de personal, perdió su trabajo. La implicación política que aún conservaba empezó a afectar su salud mental. Se sentía impotente y deprimido.
Fue entonces cuando intervino su supervisora de NAV. Le sugirió que se tomara un descanso de la política y la guerra que habían caracterizado su vida durante tanto tiempo. Lo envió a Caritas , donde empezó como voluntario en el centro de recursos. Alex se mostraba escéptico. Después de muchos años de trabajo, el voluntariado parecía un retroceso. Pero resultó ser un punto de inflexión en su vida.
En Caritas Pudo usar su experiencia para ayudar a inmigrantes y migrantes. Personas que se encontraban en medio de la misma confusión e incertidumbre que él mismo había experimentado. Les orientó sobre el NAV, el UDI y el sistema tributario noruego. Se convirtió en la persona que él mismo necesitaba al llegar a Noruega.
-La mayoría de las personas que llegan a un país nuevo y extranjero sólo necesitan una persona que les muestre el camino, dice, y añade: - una persona que comprenda.
En el futuro, quiere seguir ayudando a los demás. También quiere que la sociedad noruega comprenda mejor la situación que enfrentan las minorías y los refugiados.
Hoy, Alex ha encontrado la paz. Tiene novia, un trabajo estable y amigos. Ya no vive en modo supervivencia. "La vida sonríe", dice.
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